Yo le cuento, amigo mio,
el vivir es un viaje mágico.
Crea en mi que ya soy experto
en pasar las cuentas de mi ábaco
de ahí que ose aconsejarle
grumete, y sin ser sarcástico;
necesario es que sea cauto
ante usted se abre un océano
y le acompañarán al acecho,
aguas turbias de náufragos.
De ansias yo le sé henchido;
imberbe fui igual de temerario,
llameante con mi tierno físico
me sentía de todo atrevido.
Irreflexivo, irá usted sin brújula,
errante, creerá saber el camino
mas se abrirán abismos equívocos,
por doquier dagas afiladas
buscarán romper su espíritu,
y la núbil carne vejarán con gula.
Tras estas primeras batallas
aún partirá más intrépido
a pesar de ya lucir cicatrices
de tantas bregas de vértigo.
En la clepsidra fluyen veloces
líquidos sueños como lágrimas
y el centro del pecho se blinda,
el músculo se torna elástico,
las pupilas brillan como hielo
y fustigan como adusto látigo.
Zarpará y volverá al abrigo
del puerto envuelto en ráfagas
de azules volutas de añoranza.
Su paso de antaño, tan rítmico,
sonará con un eco reseco
a pesar de todo amado discípulo,
yo le aconsejo que acune sueños
como si fuera aquel Ulises clásico
que respira con vital esperanza
el aire de su Itaca por oxígeno.
¡Por que la vida, mi amigo impaciente
se compone de tantos saltos utópicos!
Saltos al vacío que lo golpearán,
puede que hasta lo vuelvan inválido,
que lo hagan nacer y morir mil veces,
que no logre articular ni una sílaba,
por tanta angustia que estrangula,
por tantos miedos como tarántulas
que inoculan venenos pestilentes
para cuales no vendan antídotos.
Sepa camarada y siga mi consejo,
y aún tras tantos saltos utópicos
insisto, vele con cuidados cómplices,
en un rincón seguro aquel niño cándido,
el niño que respira con imaginación,
que sopla la llama tenue y mística
que tiene por combustible el alma
y que abriga como tesoro esa ánfora
que lo ha traído hasta este instante,
ya que mi amigo, la vida es metáfora.
©Marvilla
Barcelona, 22 de marzo de 2015
Como tú, como él, como ese otro,
Yo en las manos del destino voy,
Aunque con soles de lagartijas sueño,
Sobre la palma del azar estoy.
Ni esa primavera ni ese estío, elegí.
Ni el brotar mágico de una rosa,
Ni copos nuevos de nieve prometí,
Aunque ante soles idiotas alcé mil copas,
Al fin creyéndome, ese calor en la nuca,
Mas de nuevo, otro espejismo banal;
En verdad moría, bajo una luna fría,
Luna de alacranes, tóxica y falaz.
No aprendo los signos de la vía,
La velocidad en cada curva final,
No entiendo los ruidos del motor,
Yerro, en las cuestas, la marcha ideal;
Soy tan patéticamente humano,
Un ser incapaz de la cautela,
Ni encuentro los gestos mecánicos,
Para resistir en tantas posibles trincheras.
Soy de esas personas sin excusas,
Fieles al dorado sol de las lagartijas,
Aunque igual que ellas, confuso huya,
Dejando la inerme cola como rehén,
Ante ese ataque, ante esa saña,
Que nace desde el grito al desdén.
Es tarde ya, no encontraré ese mapa,
Hacia redondos roeles como soles,
Cual peldaños, para salvar las trampas,
los enredos, entre telas de arañas.
Preciso es, seguir los sabios consejos,
De las lagartijas, que adoran el sol,
En cuanto, se calma la hora del trueno,
En cuanto la lluvia, escampa.
Regaré las flores de la resiliencia,
Plantaré en mi cara una sonrisa,
Mi mano entregaré al destino,
dócil, y que con su tinta, escriba.
La loca letra del azar, al final,
en la línea de sus manos está,
Los sueños soleados, ocultos tras un halo,
Los fruto del trabajo, macerándose están.
Si llegará rumor de arpas, no lo sé,
Tal vez se oirá, la voz de un oboe, firme,
Elevarse cada vez más cálida y elocuente,
En estos sensibles oídos, venir a decirme,
La esperanza vive en la mente y
Como un leitmotiv, resuene una melodía,
-Bajo la sombra protectora de una trompa,
Laten las promesas, hasta tu último día-
Y sin saber cómo, mi serenidad retorna,
Al reconocer al fin, la dulce tonada,
Del gran Ravel, mi favorita
Viniendo, ondulante como una barca,
A portarme una actitud filosófica,
Un respiro darme, y cierta calma,
Que de la honda desazón me aleje,
Como la música no hay, ya saben,
para que el rugir de las fieras,
en las cabezas, al fin se calle.
©Marvilla
Terrassa, 14 de Mayo 2017