Máscara de Paseo

Regada sangre un lento río

por disparos brutales golpes

brillos noctámbulos de filo frío

lunas de locura y aullidos

anudan enredan con gestos

dominan con manos detienen

con manos prohíben censuran

silencian reproches se huelen.

 

Las sombras del miedo estrangulan.

 

Ya es presa muda aterida cuando estalla

la primera bofetada retumba

como el repique de mil canicas

contra las grises baldosas

como una catarata de perlas

bajando por las paredes

La forma del hueso y

la carne se domestican.

 

Se calza máscaras de normalidad

de culpa de perdón YO lo merezco

y ÉL luego ruega suplica se excusa teatral

un arrebato cortocircuito de los nervios

llora su furia y se ajusta la careta.

 

Nuestra desidia inmuniza a las bestia

que nos cruzamos en la escalera

saluda sonríe ¿Y la familia? pregunta

Es un buen señor – golpes porrazos –

un hombre respetable – humilla insulta –

Un ejemplo de familia – cadenas suenan –

Un padre solícito – te desangra en cepos –

Como esos sabios monos

somos mudos ciegos sordos

que en su estupidez repiten

un padre solícito una gran persona

a una amarillenta presentadora

un inmutable coro de payasos

que maquillan sus infladas muecas

con torrentes de sangre fresca.

 

 

 ©Marvilla

Terrassa, 11 de Marzo 2018

Encarnada Amapola

Ya se abre, en bermellón palpita

con su centro de azabache.

Es esa amapola enardecida

que hambrienta de sol arde;

esclava dominada se tiende

sin pudor, bermeja de vicio,

sumisa al beso del dios marte;

al beso de hombres sucumben

sus pétalos estallidos de sangre,

que más y más se abren.

Cual si fuera presa de una droga

o vapores de la adormidera

no responde más que al deseo

poseída por eternas primaveras,

en un juego amoral se balancea,

se cimbra el cuerpo de su tallo

que por la lengua de oro jadea,

que al roce del siroco se trastorna

perdida la razón entre la verde marea,

que el centro de la flor, ese punto parece

de carbón, un ojo que todo se traga,

la sombra de un zaino corcel

desbocado que en noches cabalga.

 

 

Noches lacerantes de obsidiana,

mareas de encarnadas amapolas

se abren como bocas desquiciadas

insaciables bajo la luz de la luna.

Aúllan en su ansia, un trago

de la espesa luna de la locura;

bajo el hechizo de los trasgos,

es cuando vacila mi juicio

en el claroscuro de la pesadilla,

bordeando el mórbido precipicio

me tumbo en un colchón de boira

como una encarnada amapola

cuando la espesa luna más brilla.

 

 

 

 

 

©Marvilla

Terrassa, 20 de Mayo 2018