Un rompecabezas somos tu y yo,
en ti me fundo
en mi te confundes.
Profundo me engarzo a tu médula;
a lo mio como rémora te aferras.
A esa roja marea de vida que intuyo;
en mi roja marea de vida te incluyo,
te dejas y te llevo hacia mi rumbo;
me dejo, me llevas -mis grises se salvan
en la luz de tu mundo-
y la ola de tu risa me eleva.
Nosotros un matemático conjunto,
una física oposición de fuerzas opuestas.
Yo brillo con azabaches del inframundo;
tu reluces de carcajadas cristalinas.
Somos un encaje perfecto sin fisuras,
un rompecabezas de infinitas piezas
impredecibles en el cosmos, y únicas.
Yo tengo ángulos realmente oscuros,
imanes para ti atrayentes y lúbricos.
Tu tienes orondas cúpulas en tus curvas
que al azote y al pellizco me avientan.
Mi sombra te regala el misterio
y la sombría ala del cuervo te besa.
Mi voz abre el cajón de los juegos
-ya la llave reluciente desbloquea el cerrojo-
y la noche de eros alarga su sombra en la carne.
Tu luz me inunda de claroscuros y brillan
en mis cimas la pureza de mis bienes.
Mis oquedades con rotundo volumen perfilas
en la corona del volcán se derrite la nieve.
Caemos en los abismos y nos quemamos las alas
-como los pecadores hijos de Dédalo-
por seguir los fuegos de mis sombras.
A la vez renacemos ígneos entre las chispas,
nos elevamos enlazados en la clarividencia
sabios retoños del Fénix de nuevo,
de la mano como Euridice y Orfeo
salvamos la sima de los muertos,
y levitamos transparentes por el cielo.
El puzle antes en el caos, todo revuelto,
ofrece la más pura imagen de la calma.
Potencial en nosotros late el desorden
pero las piezas unidas están otra vez
en su orden y en relax descansan.
©Marvilla
Terrassa, 6 de Octubre 2018
Cosas de la vida, cosas de este cuerpo
consciente que se la esta jugando;
cosas de esta alma que porfía
que sigue con su juego sin descanso;
cosas de este cuerpo trasnochado
que va soplando su encendido pabilo.
Tanta energía... y se va apagando.
Más el niño cada vez disfruta,
saca más partido de los segundos,
cada hora liba más dulce zumo.
Y este cuerpo como un carromato
se zarandea entre las piedras
que fue pariendo el propio camino.
Vivo burbujea como la sidra
por los rincones retoza el niño.
Quema su manita ardiente como brasa,
es haz brillante entre las penumbras:
en tanto que la piel se vuelve de gasa,
y es hoy muralla que se resquebraja.
Ajeno el niño sigue sonriendo,
ya brinca dando nuevas cabriolas
y hacia adelante sigue huyendo,
por el arco iris trepando va el niño
y este santo cuerpo cruje cada tanto.
Solamente por el niño sonríe la boca
por el niño para que ese brillo siga.
Das niño todo calor y lumbre
para que un cuerpo haga y diga
lo que hace al niño cada día nuevo
y así espantar las brumas frías
que van sitiando al seco cuerpo.
Cosas de este cuerpo estepario
entre sombrías nubes de murciélagos
embozando el cuerpo en un sudario.
Cuerpo busca otra vez los ojos incendiarios;
ardientes carbones espejean en el piélago, y
quiere de nuevo sentir la paz en esa balsa,
en la memoria líquida de aquel niño
flotar a salvo del miedo y en pura calma.
©Marvilla
Terrassa, 15 de Diciembre 2018