Solo en ti hoy pienso ya que he vivido
Solo por ti aliento ya que estoy vivo,
Soy PRESENTE
Mas ahí esta el futuro a mi fantasía unido
A mi oído susurrando un hálito de miedo,
tan PRESENTE
En ti me sustento por todo lo que he ganado
Por ti yo hoy evoco lo perdido en el pasado,
más PRESENTE
Ese pasado me visita tan fácilmente ahora
trayendo viejas risas o llantos que ahogan,
mi PRESENTE
Ese futuro que no quiero teñir con mis angustias
Ese que he escrito con mis actos y consecuencias,
esta PRESENTE
Ese pasado me devuelve recurrentes presencias
en el viaje a mi esencia entre vibrantes ausencias,
sin PRESENTE
Como el ojo de una aguja mi futuro se estrecha
Como campo de olivo mi pasado huele a tierra
entre el PASADO
y el incierto FUTURO
Hoy más sereno me aferro a ti mi amigo presente
al cerrar mis ojos en la noche callada a mi suerte,
aún PRESENTE.
©Marvilla
Terrassa 4 de febrero 2017
Ventarrón que abres las ventanas
llegando sin aviso
mi pelo revuelves y las entrañas
y quedo yo en vilo.
¡Oh nostalgia que trepas por las piernas,
como la humedad
por las paredes de esas casas viejas,
imparable y carnal!
Expuesto queda mi corazón latente
entre vastas añoranzas,
al frío aguijón cual afilado estilete
que traspasa mi coraza.
Ojos que miran hacia mis interiores
revisan lejanas esencias...
Montado en mis lápices de colores
retozo en la inocencia.
Blanco jazmín virginal, en la mesa
junto a mi cama,
fue ritual acordado cada primavera
en la vieja casa.
Ésa, con su jardín, vergel maternal
con lugar para cada piedra,
como juran los pensamientos, cada rosal
y mi sauce atado a la tierra.
Baja del cielo, mi más brillante estrella,
para subirme el embozo
y como antaño, es la cálida mano de ella,
el más amado tesoro.
Me visto con los aromas de manjares,
y maternos ungüentos,
a salvo voy de ogros y oscuridades
y de los malos sueños.
Lustroso resurge un carro con sandias
por un jamelgo tirado
y a las riendas, un hombre sabio lo guía,
que fue de Dios aliado.
Silencioso, atisbo en mi casa las huellas
de horas de trastorno,
cuando nos perseguían mil rojas centellas,
locas, cual ojos de Saturno.
No vuelven en un orden mis recuerdos.
Regresan sin concierto,
con caprichosos empujes de viento
revuelan hojas de inviernos.
Bandadas de palomas blancas
con sus alas azules,
en pupitres de gastadas maderas
hacen sumas y oraciones.
Aparecen anacrónicas y amarillentas
fotos de locos amores,
húmedos besos y versos en servilletas
ajadas por mil rincones.
Me arrastra un mar de nostalgia.
Me ahogan, me ablandan
aguas que traen tantas ausencias;
amadas criaturas evocan.
Brilla acuosa mi alma líquida, turbada
señorea en la retina.
La implícita vergüenza, vencida estalla...
y cae como lluvia fina.
©Marvilla
25 de noviembre 2015