Otros Lares

Bastas energías entrelazadas a otras,

van mecidas y van quietas

en omnisciente vacío acunadas.

Son hoy, recuerdo y lo que vendrá,

en clara intuición de pureza,

que guarda lo que saben y olvidarán.

Al sonido de una muda trompeta

comprenden que es la nueva hora,

de ser raudo bólido, místico cometa;

en fuego, sustancia liberadora.

 

Así en un destello desde la nada,

el primer hogar es olvidado,

esa puerta es por inercia, cerrada.

 

Bodas de elementos que inventan,

entre húmedo silencio,

ascetas prodigiosos que mansos flotan

por opalino refugio.

Sazonarán entre lunas de meditación,

en la casa del amor,

infinidad de especies en celebración:

son las huestes del creador.

 

El sonido de la muda trompeta

anuncia nueva marcha,

toca indagar misteriosos planetas,

es la hora de la lucha.

 

Así en un destello desde el grito,

el segundo hogar es pasado:

se cierra la puerta con golpe fortuito.

 

En este lar de extrañas costumbres,

suministran las herramientas

que supón, sacian con sus favores,

a las creaturas más hambrientas.

Cobijan estas estancias los trajines

de alumnos del individualismo,

capaces de los más infames desmanes

para avalar el salvajismo.

En los recodos del campo de batalla

yacen desafortunados,

sin vida o en agónico estertor, una morralla,

de sueños deshilachados.

 

¡Infausta suena la muda trompeta,

por esta tropa inerte y ajada!

Se oye un metálico toque a retreta

y por la tierra en llagas, es tragada.

 

Así en un destello de amargura,

el tercer lar, de la carne, fenece

en hondonada de dulce negrura.

 

Enérgicas brillan abrazadas a otras,

van mecidas y van quietas,

en omnisciente vacío amadas.

Son hoy, recuerdo y lo que vendrá,

en clara comunión de certeza,

que guarda lo que saben y olvidarán.

 

Así en un destello de clara miel,

la mansión reluce de presencias.

Todas unidas por el mismo cordel.

 

 

©Marvilla

18 de agosto 2015.

Piel de Lobo

Soy desnuda ánima

tras un cuerpo de gasa

ante jauría frenética;

tras esta débil carcasa.

 

Por cielos me arrastro

de chubascos y ventiscas,

braceando en el asfalto

burlo navajas de diorita.

 

He invocado corazas

para sortear la selva,

reclamo recias capas

ante gritos de revuelta.

 

Buscar fue preciso

escudos de protección

para este peregrino;

epitelios de salvación.

 

Afilado luce el horizonte

como fino cable de acero

y yo sin hallar el norte;

un filo junto a mi cuello.

 

¿Cuál adarga sin par

protegerá mi candor

en la fría luz matinal

para armarme de valor?

 

Me visto de piel de fruta

con claro desconcierto,

despertando la locura

de una turba de insectos.

 

En piel de agua me cubro,

soy transparente crisálida

y entre amores injustos

me ahogan saladas lágrimas.

 

De ahí salgo de hielo

hasta los pies cubierto

y con los ojos ciegos

desconfío de todo gesto.

 

Un lunes de ancha luna,

bañado en sensualidad

oculto por negras plumas

doy tragos de soledad.

 

Por dentro estoy seco,

mi piel esta escamada,

en la boca un anzuelo,

estoy preso en la nada.

 

Ahora imito a la tortuga

que frágil se resguarda

en una cueva oscura

que la angustia aletarga.

 

Afilado luce el horizonte

como fino cable de acero

y yo sin hallar el norte;

un filo junto a mi cuello.

Un espacio de reflexión

es esta umbría morada

que inspira la visión

de la paz conquistada...

 

Una suave piel de lobo

cubre mi magna figura

y ya queda muy borroso

el amargo sabor de dudas.

 

Cómodo en este abrigo

soy hermano del perro

y muestro mis colmillos

a los seres deshonestos.

 

Oigo la voz de la manada

mas tengo mi propio juicio

y una indiferencia tallada

en el borde de precipicios.

 

Ya me tumbo en el silencio

con una respiración calmada,

orgullosas llagas son premio

que luzco como medallas.

 

Afilado luce el horizonte

como fino cable de acero

y yo encontré mi norte

y allí hallé mi consuelo.

 

 

©Marvilla

Barcelona, 9 de enero 2016